Luego de haber sido nombrado uno de los 300 médicos más importantes de México por la revista Líderes de México, en la edición de agosto de 2024, con profunda gratitud deseo compartir algunas reflexiones sobre nuestra noble profesión.
En estos momentos de la historia, en donde la tecnología avanza a pasos agigantados, revolucionando la manera en que diagnosticamos y tratamos enfermedades, es crucial recordar que la medicina, en su esencia más pura, sigue siendo un arte profundamente humano. Las herramientas digitales son valiosas para mejorar diagnósticos y tratamientos, pero nunca podrán reemplazar el valor del contacto humano. La calidez de una sonrisa, una palabra reconfortante o simplemente estar presentes durante momentos difíciles son aspectos que marcan una diferencia significativa en la experiencia del paciente.
Cuando vemos a un paciente en persona, podemos percibir cosas que ninguna máquina capta. Notamos sus expresiones, escuchamos los matices en su voz, y ofrecemos un apoyo que va más allá de lo médico.
La relación médico-paciente trasciende las pantallas y los dispositivos. Es en el contacto directo donde podemos percibir sutilezas en la condición del paciente, interpretar su lenguaje corporal, y ofrecer ese consuelo que ninguna máquina puede proporcionar.
Es aquí donde transformamos la información en conocimiento, y el conocimiento en sabiduría médica.
A lo largo del tiempo he aprendido que detrás de cada diagnóstico hay un ser humano con sueños, miedos y esperanzas. Tomo el tiempo necesario para escuchar atentamente sus inquietudes, porque sé que la salud no solo se mide en resultados clínicos, sino también en la calidad de la relación que construimos. Al mirar a mis pacientes a los ojos, puedo percibir su angustia y su deseo de sanar; y es en esos momentos donde la empatía se convierte en una herramienta tan poderosa como cualquier tratamiento médico.
El trabajo del médico no es solo tratar enfermedades, sino cuidar personas. Cada paciente tiene su propia historia y preocupaciones. Entender esto es tan importante como conocer los últimos tratamientos. Este reconocimiento de las instituciones, me recuerda siempre la confianza que la gente pone en nosotros. Es una responsabilidad que debemos honrar no solo con nuestro conocimiento, sino también con nuestra humanidad.
Sigamos adelante, usando lo mejor de la tecnología, pero sin olvidar el valor del contacto humano.
Con gratitud, Dr. Flores Nazario Angiólogo.
La esencia humana